El muro de la vergüenza marroquí


No puedo entender cómo la comunidad internacional es indolente ante la invasión de Marruecos al Sáhara Occidental –que ya tiene 37 años- y que permita la construcción de un muro que tiene presos a unos 300.000 saharauis.

Ese muro militar más largo del mundo, tiene 2.720 kilómetros, fue construido por Marruecos en la década de los `80, con asesoramiento francés y el financiamiento de Arabia Saudita. Para que tengan una idea de lo extenso que es, el otro Muro de la Vergüenza, el de Berlín, tenía sólo 160 kilómetros.

El muro atenta contra el Derecho Internacional porque divide a las familias, a una nación, la saharaui -y atenta contra la integridad territorial- a quien le da la razón cientos de resoluciones de la Asamblea General de la ONU, la Resolución 1514 de Descolonización, la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

que condenó las pretensiones de Mauritania y Marruecos sobre el territorio, diciendo: el Sáhara Occidental no tiene lazos de soberanía con Marruecos o Mauritania. Debe aplicarse, por tanto, el derecho de autodeterminación…

Es el largo muro edificado en seis etapas por Marrueco a partir de 1980 hasta 1991 y definido “el muro de la vergüenza”, que separa el pueblo saharaui de su territorio, dividiendo en dos el Sahara Occidental. “Protegido” del Frente Polisario por medio de radar, por más de 6 millones de minas antihombres y anticarro, por más de 160.000 militares, por la aviación militar, por tanques, por misiles y bombas de todo tipo, este muro representa el mapa de la expropiación territorial y económica marroquí hacia el pueblo saharaui, una frontera tangible que hoy separa el contexto que el Frente Polisario ha logrado sustraer a Marrueco (es decir los territorios liberados controlados por la RASD) y el contexto que se quedó bajo el control político y la explotación económica de Marrueco (los territorios ocupados

Todos los fallos deben respetarse

Es sumamente grave que la comunidad internacional no haga respetar ese fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y que el Perú no diga nada, más aún teniendo ad portas la sentencia de la misma corte con respecto a la delimitación marítima con Chile. El Perú está actuando como los monos Kikazaru (sordo), Mizaru (ciego) e Iwazaru (mudo). Después no nos quejemos y a llorar al río.

El muro separa dos tercios del territorio –que ocupa Marruecos- y en otro tercio, el libre, se han instalado los refugiados saharauis bajo la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática, Estado reconocido por más de 80 países. En cambio, ningún país del mundo reconoce la invasión de Marruecos al Sáhara Occidental.

El muro de marras está rodeado por cinco millones de minas marroquíes. Es una pared de tierra y piedras de unos 2.5 metros de alto y tiene un complejo sistema de zanjas antitanque y alambres de púas, además de bunkers con pertrechos antiaéreos, sistema de artillería y radares. Incluso traspasa las fronteras con Mauritania. Es vigilado por más de 130.000 soldados y cuesta mantenerlo 2.000.000 de euros diarios.

Al respecto, el intelectual uruguayo Eduardo Galeano escribió: “¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación construyen cada día?”, se pregunta el intelectual.
Este Muro de la Vergüenza es el símbolo de la ocupación militar marroquí y de la indiferencia de la ONU.

Cuidado con Marruecos

Debo denunciar que la política marroquí es silenciar a todo periodista que escriba sobre este tema. Acuden al director del medio, al empleador; chantajean a los gobiernos, invitan a Marruecos a decenas de congresistas, periodistas, intelectuales, políticos: compran conciencias con el fin de que los pueblos no se enteren de sus tropelías contra la nación saharaui.

Como señala un proverbio saharaui: “Háblale a quien comprenda tus palabras”. A buen entendedor, pocas palabras… Con la verdad, no ofendo ni temo.


En el 2009, Una mina arrancó la pierna de un chico saharaui,Otros cuatro jóvenes resultaron heridos. Todos ellos formaban parte de una cadena humana de alrededor de 2.500 personas (de los cuales muchos eran participantes españoles y de otros países europeos) que mostraban su rechazo al muro defensivo con el que Marruecos dividió en dos el Sáhara.

 Varias decenas de personas sobrepasaron entonces la barrera hasta la que pretendía llegar la marcha y se adentraron en el campo de minas. Lo que empezó como una reivindicación festiva exigiendo la independencia del Sáhara Occidental, la última colonia de África, acabó con la amputación del miembro de Brahim.


El incidente ha tenido también repercusiones diplomáticas. Marruecos ha acusado al Frente Polisario de cometer "actos provocadores irresponsables". Mientras, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz envió una carta al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidiéndole que emplee su influencia internacional para conseguir demoler esta barrera, que Marruecos construyó en los años 80 para evitar los envites del Frente Polisario.

Este enorme dique está construido con arena, piedras y alambre de espino y separa las vidas de los alrededor de 160.000 saharauis que viven en los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, de los que se quedaron en las ciudades ocupadas por las autoridades y el Ejército marroquí. Además de a los saharauis, esta costosa barrera también da dolores de cabeza a las autoridades marroquíes. El despliegue no es gratis: en 2009, Marruecos ha duplicado su presupuesto militar con una inversión que equivale al 16 por ciento de los presupuestos del Estado y el 4,6 por ciento del PIB nacional.

Algunos cálculos cifran en cinco millones el número de minas que están sembradas a lo largo de esta fortificación. "Marruecos todavía continúa siendo uno de los pocos Estados que no ha firmado la Convención sobre la prohibición de minas antipersonales —también conocido como Tratado de Ottawa—", explica Ahmed Sidi Ali, jefe de campo del proyecto para paliar los efectos de las minas que Landmine Action, una organización con sede en Reino Unido, dirige en la zona.

Marruecos no permite operar de su lado del muro, el oeste, por lo que su campo de acción se limita a las zonas controladas por el Frente Polisario, al este. Por esa razón, no tienen forma de saber exactamente el número de minas que esconde el suelo, aunque sí han encontrado 36 tipos distintos de estos explosivos y otros 136 de bombas racimo. Su equipo médico fue el que atendió a Brahim después de que sufriera el accidente.

En esa zona mortífera carente de toda señalización han realizado una intensiva labor de limpieza que alcanza un total de 3.000.000 metros cuadrados, que ya han podido ser 'devueltos' a los saharauis para que los usen sin temor a ser heridos o mutilados. Han retirado alrededor de 2.000 explosivos, desde minas hasta bombas aéreas.


Además de realizar el trabajo de retirada de proyectiles, los responsables de esta ONG vigilan y realizan mapas con la localización de artefactos explosivos. "Las minas tienen un enorme impacto en la vida de la población", explica Ahmed. No sólo se trata de la amenaza que suponen para su propia supervivencia, sino los efectos sociales y sobre la economía.

 Esta observación entronca con algunos de los problemas que, de forma reiterada durante décadas, han venido denunciando los saharauis. Por una parte, la imposibilidad de acceder a sus recursos naturales, que Marruecos explota; por otra, el profundo aislamiento e incomunicación al que están sometidos, especialmente las poblaciones rodeadas de minas, prisioneras de lo que algunos llaman el 'Guantánamo marroquí'.

A pesar del fuerte rechazo que genera el muro, no existen datos claros de las víctimas que las minas esparcidas en el territorio han causado. Pepe Taboada, portavoz de la Coordinadora de asociaciones de ayuda al pueblo saharaui en España cuenta que los incidentes son continuos. Y que no sólo afectan a la población, sino también a su ganado, uno de sus principales medios de subsistencia. "Nuestras fuentes cuentan que al otro lado del muro de vez en cuando se registran accidentes", afirma Ahmed, "pero no podemos llegar a saber cuánta gente ha resultado herida o ha muerto".

"Pero la juventud saharaui está hastiada", dice. La paciencia está llegando a un límite, ya lo ha advertido Abdelaziz. Las nuevas generaciones de saharauis se muestran partidarias de enfrentarse a Marruecos con las armas. Ni el muro ni sus minas parecen asustarles.



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